San Pedro: la llave vegetal que abre las puertas del cielo

El San Pedro una medicina natural indígena extraída de la parte verde de un cactus (Echinopsis Pachanoi) cuyo principio activo es la mescalina, el mismo principio que el Peyote (la planta que brindó Don Juan a Castaneda en su odisea psicodélica por los mares de la Comprensión y la Sabiduría). “El primer enemigo del hombre de conocimiento es el miedo” dijo el mismo Castaneda pero no hay razón para temer a este cactus, hijo de menor del peyote, que es tan suave y amable como un abuelo sabio y cariñoso que nos enseña la eterna juventud de nuestro corazón y es que siguiendo con la filosofía de Castaneda y Don Juan ” de los caminos que elijas, para no perderte, sigue aquel camino que tenga corazón”.

El San Pedro una medicina natural indígena extraída de la parte verde de un cactus (Echinopsis Pachanoi) cuyo principio activo es la mescalina, el mismo principio que el Peyote (la planta que brindó Don Juan a Castaneda en su odisea psicodélica por los mares de la Comprensión y la Sabiduría).
“El primer enemigo del hombre de conocimiento es el miedo” dijo el mismo Castaneda pero no hay razón para temer a este cactus, hijo de menor del peyote, que es tan suave y amable como un abuelo sabio y cariñoso que nos enseña la eterna juventud de nuestro corazón y es que siguiendo con la filosofía de Castaneda y Don Juan ” de los caminos que elijas, para no perderte, sigue aquel camino que tenga corazón”.

Efectivamente el San Pedro es una medicina ancestral que abre el corazón, conecta con el sentimiento de amor y aceptación por uno mismo y por los otros. Nos da una visión de la perfección que hay en todas las cosas.
Puede tomarse en jugo o disecado en polvo y disuelto en agua.  Expande la consciencia y abre las puertas del corazón de par en par hacia una conexión total con el amor y que permite a la visión contemplar los destellos divinos que resaltan en cada bello e inocente rincón de la creación pues cuando tomas San Pedro empiezas a verlo todo con los ojos del corazón.

Su nombre originario es Wachuma o Aguacoya pero se quedó con el nombre de San Pedro debido a la experiencia que tuvo un fraile en el año 1500 que lo bautizó así en referencia a que el apóstol San Pedro era quien tenía las llaves del cielo considerando así este cactus como una llave vegetal hacia el gozo celestial.
El principio activo enteogénico de este cactus lo usó Aldous Huxley para escribir su famoso ensayo “Las puertas de la percepción” donde expone que esta sustancia es capaz de inhibir “una válvula”  del cerebro que filtra la percepción impidiéndonos ver el “brillo divino” (después se descubrió que esa válvula es un órgano que se llama tálamo)

Este ensayo es un auténtico viaje sensorial y profundo y a todo el mundo recomiendo leerlo pero más aún recomiendo que puedas vivir la experiencia por ti mismo.
En un momento de su obra dice que bajo los efectos de la sustancia no puede más que echarse a reír al salir a la calle y contemplar el espectáculo de tan grotesco teatro en el que nos desenvolvemos. Como si se tratara de dejar de ser seres adaptados por un momento y permitirnos volvernos locos de amor para poder ver la normalidad con aceptación y gratitud.
Como si esta vida fuera un baile de disfraces donde el amor se esconde y se disfraza de juez, de soldado, de cura, de ama de casa, de policía… y todos fuéramos de aquí para allá fingiendo que no somos el mismo Ser, representando roles que nos permiten jugar al juego de la vida, disimulando que no somos ese Amor Inconmensurable que todo lo ha creado y todo lo guía. El amor gastándose una tremenda broma cósmica a si mismo.
Jim Morrison leyó con pasión este ensayo y bautizó su grupo con el nombre del libro que estaba bautizado a su vez así en honor a la famosa frase del pintor William Blake: “Si las puertas de la percepción quedaran depuradas, todo se habría de mostrar al hombre tal cual es: infinito”
Por otra parte, el San Pedro era la medicina sagrada de los incas para expandir su consciencia y expandir su creatividad en la creación de sus majestuosas construcciones y sigue siendo la medicina que los Queros usan hoy en día en algunos de sus rituales.

Al ser un cactus, reequilibra electromagnéticamente el cuerpo facilitando así un estado de armonía y paz interior que favorece la contemplación.
No produce alucinaciones pero todo se ve de un color más vivo como si el mundo estuviera recién creado y fuéramos lanzados como niños en nuestra más cándida desnudez  a jugar con la vida en la naturaleza plena.

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