Muchas de las personas que acuden a una sesión de ayahuasca lo hacen porque sienten que «han perdido su voluntad» en sus vidas, o dicho de otra manera, la han entregado a un «capataz interno» que más que una entidad psicoemocional es un conjunto fantasmagórico de voces que le acechan una y otra vez diciéndole lo que debe y no debe hacer o ser, una constante increpación interna basada en la conclusión : » soy un error».
La experiencia con ayahuasca o bufo alvarius ofrece la posibilidad transitoria de retirar la credibilidad a esa falsa voluntad, esa perversa guía, esa persecución mental culpabilizante y comprender que se alimenta de nuestra atención, la cual le otorga peso de realidad a lo que solo es una sorda voz , eco de un falso origen desconectado del amor.
La ayahuasca no es un anestésico, no produce un estado de inconsciencia y tampoco convierte a la persona en un «zombie» como sucede con la escopolamina o la burundanga.
Las personas no acuden a la ayahuasca para perder su voluntad sino para recuperar su voluntad mas profunda de amarse radicamente pase lo que pase, mas que para recuperarla, para tomar consciencia de ella, de comprender que es eso lo que mas quieren, tratarse con cariño y suavidad y que el cumplimiento de ninguna expectativa u objetivo puede anteponerse a esa prioridad orgánica del corazón , a esa base existencial nutriente.
Es cierto que en una experiencia con ayahuasca o bufo alvarius existe una sensibilidad a lo que nos «debilita» en nuestra vida por encarcelarnos en ello (por ejemplo una percepción) esto es el preludio a la posibilidad de conectar con un poder interno autosuficiente en la presencia infinita. Es decir la vulnerabilidad del ego atravesada nos lleva a conectar con la invulnerabilidad de nuestro ser eterno y pleno. Es ese estado de vulnerabilidad ( en los momentos en los que la persona conecta con lo que le genera el sufrimiento en su vida) y a la vez de mucha lucidez (en los momentos cumbre de comprensión de la experiencia) el que puede ser aprovechado por supuestos facilitadores que quieran utilizar su rol para aposentarse en un falso poder o trono buscando la admiración del participante, transferir las creencias de sus supercherias personales o incluso tratar de seducir desde la erótica del pseudopoder que su posición transitoria le otorga. La vulnerabilidad puede ser usada para presentarse como un salvador y la lucidez para presentarse como el origen de la misma. Pero esa no debe ser la actitud de un facilitador responsable y tampoco ha de ser generalizable para todos los facilitadores o para la ayahuasca en si misma el que se asocie esta idea o fama infundada que últimamente se está tratando de fomentar en los medios de comunicación sensacionalistas de España de ver a la ayahuasca como «instrumento vegetal quimico coercitivo» y que incluso se ha usado como excusa para hacer allanamientos en algunos retiros donde se utilizaba ayahuasca.
Una persona que toma ayahuasca está en todo momento consciente y recuerda al dia siguiente su experiencia, sin embargo con otras sustancias como el alcohol si puede llegarse a estados de inconsciencia que son aprovechados en ocasiones por personas para cometer hurtos o abusos, aunque en la mayoria de las ocasiones es la misma persona que consume el alcohol la que se hace daño a si misma con su conducta explosiva donde sus frustraciones toman posesión de ella.
El estado de «vulnerabilidad» que se produce en la ayahuasca es solo un momento transitorio de la experiencia, tiene que ver con un momento en el que nos enfrentamos a lo que más tememos sentir y con lo que luchamos dia a dia, rindiéndonos a sentirlo a través de la «autotrampa» que es tomar ayahuasca o bufo alvarius donde se nos hace mas dificil resistirnos a sentirlo es como a través de ese des-borda-miento del borde o limite que le poníamos es cuando nos experimentamos como algo mucho más grande que ello, al dejar entrar el sentir en nuestro corazón para ser abrazado es como después «sale» liberado, transformado y armonizado. Permitiendonos sentir, suavizándonos en torno a lo que sentimos , entregando todo intento de «gestionar nuetros pensamientos, emociones e incluso la dirección de nuestro proceso de sanación», en ese momento sublime de rendición total es que ocurre en nuestra experiencia un ALLANAMIENTO DEL AMOR que nos va inundando y va diluyendo las defensas que habíamos creando ante lo que creíamos que era el amor y la vida y que ya no son mas necesarias ante su realidad benevolente. Los intentos de «gestion emocional» tan promocionados en cursos caen ante la ingestionabilidad de un sentir que solo pide nuestro abrazo y nuestra ternura así como desencarcelarlo de toda historia mental que con la que queramos retorcerlo, expulsarlo, modificarlo, eliminarlo, explicarlo o tratarlo.
La vieja psiquiatría trata a este sentir como algo anómalo desconectado del ambiente social y psicológico en el que vive el individuo. No toma en cuenta que aspectos colectivos afectan a que la persona se sienta así y tampoco indaga en el ambiente psicológico interno para ver las creencias que la persona tiene sobre si misma y que crear una relacion autopunitiva de autoconflicto y autoviolencia.
El enfoque biomédico que trata a la persona, la diagnostica y la medicaliza con antidepresivos, ansiolíticos y otros psicofármacos nunca funcionó, solo sepulta paulativamente a la persona mediante la toma crónica y diaria de pastillas, que anestesia la voluntad y poder transformador interno
en un incisivo proceso de SUMISIÓN QUÍMICA HOMEOPATIZADA al impuesto modelo reduccionista y biologicista de la vieja psiquiatría que ve al ser humano como un efecto de un supuesto deficit de serotonina.
Esta sumisión a un modelo de abordaje pseudoclínico del ser humano fue promovida por campañas comerciales en favor de la fluoxetina y otros ISRS a finales de los ochenta donde se vendió la idea de que el deficit de serotonina producía la depresión. Sin embargo los metanalisis de la doctora joana moncrief dan la razón a los que ya advertíamos de que esa mirada reduccionista no era real y que no existe una correlacion real ni si quiera un deficit real de ese neurotransmisor en personas con depresión. Ademas se ha descubierto que no solo no hacen ningún reajuste de un deficit inexistente de serotonina sino que encima promueven un deficit de ella.
Por lo tanto más allá de que la ciencia no es la verdad última, estos antidepresivos aprobados se basan en la pseudociencia, la vieja psiquiatría es profundamente pseudocientífica y sin emabargo es el paradigma dominante. Se prescriben cual chaleco de fuerza quimico y encima se amenaza a las personas desde las consultas de que si dejan de tomar los psicofarmacos de repente las conscuencias serán graves, no es de extrañar que a veces se les llame farmafias a las compañías que difunden este tipo de mensajes pues estas amenazas coercitivas si que dejan a las personas contra la espada y la pared, sin embargo no por ello se hacen allanamientos en sus laboratorios ni se habla en los telediarios desde el alarmismo de la sumisión quimica progresiva e incapacitante que producen con estas «medicaciones» amortiguantes en la población, cuyo efecto muchas personas decriben como «caminar muerto en vida».
El estado, las fuerzas del orden público o la prensa trabajan a veces sin ser conscientes para el mantenimiento del status quo de un modelo psiquiatrico que se ha implantado en la sociedad como el válido y falsamente empiricamente demostrado y en el que cada vez menos personas creen. Muchas personas que acuden a los retiros no lo hacen solo para liberarse de la depresión sino porque quieren liberarse también de la medicación psiquiatrica que toman y sus efectos secundarios.
Los efectos secundarios de la ayahuasca a largo plazo no existen y los que tiene a corto plazo como los vomitos son parte del proceso de desintoxicación del cuerpo así como las incomodidades emocionales que se atraviesan como parte del empoderamiento y centramiento en el Amor. La mirada polarizada que se ofrece en los medios que demoniza a la ayahuasca y promueve como lo cabal tomar rigurosamente una medicación que les desagrada a sus almas y a sus cuerpos solo nos sume a todos en el oscurantismo del amarillismo simplista y su asquerosa violencia.
No estoy hablando de hacer tomas de ayahuasca de por vida ni de tomar microdosis de ayahuasca todos los días , aunque alguno pueda hacerlo en una etapa, estoy hablando de no autoengañarnos ni con los psicofármacos ni con la ayahuasca tampoco. Pero si darle a cada uno el lugar que le corresponde y la verdad es que la ayahuasca y otros enteógenos y entactógenos son los instrumentos psicofarmacológicos más completos con los que contamos así como los coadyuvantes más óptimos a la psicoterapia y el camino de liberación y de búsqueda trascendente y espiritual desde el que todos partimos una vez.
Sergio Sanz Navarro
Psicólogo clinico, escritor, facilitador y
profesor de la Escuela Floresiendo