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TESTIMONIO DE LIBERACIÓN DE MARINA

Durante mucho tiempo sentí que mi vida estaba realmente vacía. Sabía como empezaba y como iba a terminar cada uno de los días. Sentía que algo me estaba faltando, pero no lograba saber qué era. Me sentía perdida, no había nada que me hiciera feliz, había perdido la ilusión, las ganas.
Intentaba llenar ese vacío con diferentes terapias alternativas, de sanación, de autoconocimiento, pero cada vez que terminaba una experiencia con cada una de ellas, me sentía perdida otra vez.
En esas locuras internas, que suelo tener a veces, me planteé ir a Brasil. Un viaje en soledad, terapéutico, creyendo que ahí , iba a encontrar las respuestas que estaba buscando, como así también esa pieza que le faltaba al rompecabezas. Creía que todo eso estaba en Brasil.
Muchísimas veces había pensado en tomar Ayahuasca, y en varias oportunidades había contactado con distintos lugares donde se hacían retiros pero , por una cosa o por otra, la plantita y yo no coincidíamos.

Un día, hablando con un chamán de Barcelona, le conté lo que quería hacer y le pregunté si conocía a alguien y me dijo: tú tranquila, cuando tu alma esté preparada, la planta te llama, te busca y te encuentra.
Así fue como el viaje a Brasil , que tenía pensado hacer, nunca se concretó y en su lugar decidí hacer un retiro para la toma de Ayahuasca. Mediados de octubre contacté con FloreSiendo, ya había hablado en otras oportunidades con ellos y me habían compartido información respecto al encuentro holístico, pero está vez era inevitable, lo había decidido, era un hecho. Por fin iba a hacer aquello que tantos años había estado esperando, la toma de Ayahuasca!
Cuando le conté a mi familia, una gran parte de ella, me dijo que estaba loca, que eso era una droga, que me podía pasar cualquier cosa, que tuviera cuidado, que me podía dejar secuelas, que me podía volver loca.
Cuando llegué al retiro, realmente no tenía miedo. Incluso tampoco lo tuve cuando el vasito con Ayahuasca estaba entre mis manos segundos antes de empezar con el proceso de sanación.
De hecho, hice como una especie de ritual y lo único que le dije a la planta antes de tomarla fue: Me abro a todo aquello que mi alma necesite sanar, me abro a todo aquello que mi alma necesite cerrar, me abro a este proceso con todo el amor y siento que ésto es beneficioso para mi alma. Tomé la medicina y durante los primeros quince minutos realmente no sentí nada. Y me preguntaba si así iba a ser todo el proceso. Cerré los ojos y dije: Capaz que ahora ésto me pega distinto! Me reí y después de un rato, no estoy segura cuánto tiempo, pero creo que había pasado como media hora o cuarenta minutos, empecé a sentir el cuerpo raro, sentía como que flotaba, cuando abría los ojos, mis manos eran como cinco manos (me contaron después, que eso se llama reverberancia) sentía el ruido de la sangre que corría por las venas y empecé a sentir miedo. Y cada vez el miedo fue más fuerte, me empecé a sentir mal, descompuesta y tenía ganas de vomitar. Pedí de ir al baño, y cuando me fui a levantar del lugar donde estaba tumbada, fue terrible! Estaba flotando! No me podía tener en pie! Entonces, una de las guías me acompañó al baño mientras me sostenía. Me senté en la taza del inodoro y me quedé ahí un rato. Cada vez que abría los ojos, la guía estaba al lado mío! La miré y le dije: Ésto ya termina no? Y ella con una sonrisa, me miró y dijo: Nooo! Recién empieza!
La volví a mirar y le preguntaba por todos los efectos físicos que estaba sintiendo y en un momento le dije: Vos anda! Yo me quedo acá mejor. Acá estoy bien y no voy a salir porque sino me voy a mi casa. Quiero que ésto termine, ya está! Yo me voy (literal! Me quería ir corriendo.)
La guía, me miró y me dijo con mucho amor: No, no. Acá no te podés quedar! Vamos para allá, la energía está allá! Me agarró de la mano, me ayudó a acomodarme el pantalón y me llevó hasta mi camastro.
Una vez ahí, me senté, ella me miró y me dijo: Cada vez que tengas miedo, respirá. Toma aire y respirá, conecta a través de la respiración y respira. Yo voy a estar acá, al lado tuyo!
En ese momento, entré como en una paranoia, sentía que alguien se reía de mí, y empecé a pelear con mi «ego» le decía que se quede callado, que no me moleste y él (como si fuera una persona) me decía: Vos estás acá porque te trajeron para reírse de vos. No te das cuenta que si sacas todo lo malo te quedas vacía? Y que vas a hacer después Marina? Quédate mejor con todo lo que conocés que ésto es una locura. Ya está, salí de acá ahora que estás a tiempo!
Ese miedo que me estaba invadiendo continuamente, se empezó a transformar en una soledad inmensa. Me sentí completamente sola! Tan pero tan pero tan sola que recuerdo que gritaba en voz alta: Estoy sola! Tengo miedo y estoy sola! Pero cuando abría los ojos, mi guía, estaba a mi lado, agarrándome la mano. Alguien, que no sé quién era me decía: No estás sola! Respirá Marina, respirá. En varias ocasiones, sentí que mi respiración realmente se detenía. Sentía que me rompía en mil pedacitos. Había algo que se estaba rompiendo y de repente empecé a ver situaciones de mi infancia, de mi adolescencia, hasta el día en el que mi mamá decidió tenerme! Situaciones llenas de culpa, llenas de tristeza, que yo creía que ya no estaban dentro mío. Empecé a llorar, creo que nunca había llorado tanto como ese día! Y el miedo todavía estaba ahí presente. Pero en un momento, empecé a entender que ese miedo que me estaba invadiendo, era lo que me frenaba porque no quería sanar. Sabía que sanar dolía y no quería pasar por ese dolor! Y otra vez el miedo, y la soledad. Hasta que me dejé llevar, y ahí entendí que en realidad ese miedo, esa soledad, esa culpa estaban ahí para enfrentarlos, para dejar de «necesitarlos» porque era hora de ser feliz. Por cada situación que sanaba, que pasaba delante mío como si fuera una película, me rompía en pedazos y luego me volvía a armar, sentía que volvía a nacer. De a ratos gritaba y decía: Dios! basta basta! Esto duele mucho, duele mucho! Ya está, no quiero sanar más! Y otra vez esa voz: Marina respira, Marina respira!
Cada lágrima era de sanación. Cada grito, era liberador, cada situación que pasaba, se iba y después sentía una felicidad tan inmensa, tan grande, que quería volver a sanar.
Hoy lo recuerdo, y se me caen las lágrimas! Cuando lo relato, me acuerdo todo el amor que viví en cada uno de esos momentos. Fue un amor tan grande que nunca jamás lo había sentido. Como una especie de amor benevolente que al día de hoy, no encuentro ninguna palabra que exista en el diccionario para describir todo eso que sentí ese día.
Fue una experiencia realmente maravillosa! Sanadora, amable! Nunca en toda mi vida, había sentido tanta pero tanta felicidad! Tanta paz, tanta calma, tanto amor….Cada vez que recuerdo el proceso, o cierro los ojos a la noche antes de dormir y me acuerdo de todo lo que viví, pienso en lo valiente que fui por enfrentarme a esa soledad, a toda esa angustia, a todos esos miedos que tenía dentro mío tan arraigados y que me hacían sentir totalmente vacía.
Doy gracias eternamente por haber podido compartir esta experiencia conmigo misma. Durante el proceso después del miedo y la soledad, lo único que sentía era paz, felicidad, alegría. Y recuerdo que cantaba a gritos, porque después de muchísimos años, era feliz! . Mi cuerpo era luminoso! Estaba viva, y sentía a mi corazón latir fuerte. Esas lágrimas que caían por mi cara como si fueran agua, ya no eran de dolor, eran de felicidad, de emoción, de amor, de gratitud!
Tomar esta medicina para mí, fue como cuando te resetean . Como cuando pones el móvil y lo llevas a «volver a valores de fábrica».
La Ayahuasca, se llevó todo lo que estaba mal en mí, los patrones, los comportamientos tóxicos, la violencia hacia mi misma, el vacío, la tristeza, la culpa…. La soledad.
Me animé a gritar con fuerza que estaba sola, que me había sentido sola durante tanto tiempo! Y no me importó que otros me escucharan.
La medicina me devolvió a la vida. La Ayahuasca me sanó el alma, el corazón. Me devolvió las ganas de vivir y todo eso, se transformó en una gratitud tan pero tan inmensa que la emoción me invade cuando lo recuerdo.
GRACIAS a cada uno de los chicos que llevan adelante este camino hermoso. Gracias por cruzarse en mi vida, por acompañarme! Gracias de corazón!

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